Suma Sumando.

Tendí cuerdas de campanario a campanario; guirnaldas de ventana a ventana; cadenas de oro de estrella a estrella, y bailo.

Prosas e Iluminaciones, Arthur Rimbaud

Silvia Brewda transmuta de manera singular. Convierte algo en otra cosa pero sin borrar el origen. Se puede seguir el proceso, la genealogía de ese todo que es cada obra perteneciente, a su vez, a una totalidad mayor. Sus trabajos de los últimos años se erigen en constante movimiento configurando un camino con varias entradas, desde las cuales lograremos orientarnos en múltiples direcciones y percibir sucesos. Un sistema donde una parte se hilvana con otra y puede ser, a su vez, el principio de un nacimiento. Los hilos de tanza enhebrados constituyen líneas en conexión dispuestas en tramas envolventes, flexibles, sutiles y firmes, mientras que los trabatanzas devienen canutillos preciosos sin perder su esencial función de sostén. Cada línea –también hay a partir de estampas de papeles litografiados en gamas de grises o dorados– produce luz, sombra, es parte de una forma y de un volumen virtual. En tanto, formas semejantes a células constituyen delicados enjambres. En el sistema artístico de Brewda todo se aprovecha y reinvierte. Las oquedades en varios de los libros de artista son las marcas del origen de las elipses imperfectas. El filósofo François Cheng, en el libro Vacío y plenitud, recuerda que en la óptica china el vacío es un elemento dinámico y activo, el lugar donde lo lleno puede alcanzar la verdadera plenitud y permite que las unidades del sistema superen la oposición rígida y el desarrollo en un sentido único. El vacío en los libros de artista de Brewda es el pasaje para mirar y hallar la textura que forma la sumatoria de páginas en una imagen evocadora de los anillos de los troncos de árboles con sus marcas de tiempo y de vida. Es la oquedad para ver hacia el otro lado, traspasar literalmente con la mirada (y literariamente) las páginas de un libro concretando la fantasía de adentrarnos en su espesura narrativa. En los últimos años, el dorado cobra una pregnancia fundamental por medio de la aplicación de dorado a la hoja o mediante la técnica de foil de stamping dorado con sus diversos resultados de texturas y luminosidades. Puede cubrir la totalidad de la superficie de una obra o combinarse con otras tonalidades, procedimientos y materiales. Como alquimista, la artista propone ampliar algunas de las tantas connotaciones tradicionales asociadas al oro y entonces a brillo, preciosismo, riqueza, belleza, codicia y eternidad suma laboriosidad, humildad, imperfección, opacidad, temporalidad. Suma sumando es una praxis generadora de libertad al posibilitar, asimismo, la exhibición de las obras de manera horizontal o vertical -tal vez horizontes o cascadas-, sobre una pared, una mesa o en suspensión. Libertad asociada a la reversibilidad, a lo que puede ser de una forma u otra y desestimar cualquier determinación definitiva. La obra se abre al diálogo, a la discusión, a la multiplicidad y, sobre todo, al juego como dimensión usualmente presente a lo largo de la extensa y prolífica carrera de la artista. La idea de módulo es parte sustancial en esta vía de aperturas desde que diseñara azulejos en el mismo momento de su inicio en las artes visuales. Luego vendrían los murales, varios de ellos como juegos de ensamble, hasta llegar a sus últimos dibujos en lápiz negro sobre pequeñas superficies cuadradas, capaces de integrar diferentes composiciones o de atesorarse como unidades mínimas de un lenguaje sutil e iluminador. Suma sumando nos sitúa en el seno de las posibilidades de la creación para lograr algo mejor, perdurable en su movimiento, y unido.

Laura Casanovas

Licenciada en Artes (UBA)
Miembro de la Asociación Argentina de Críticos de Arte